¿Qué es una raíz de amargura?
Ha dicho usted alguna vez: “Hey! Allí viene el amargado” O bien: “Hey! Allí viene la amargada”. Es importante saber que esa persona está pasando una actitud de sufrimiento en su vida y seguramente tiene una raíz de amargura muy profunda.
DAVID FLORES / EL DIARIO CRISTIANO
Los lirios del campo que Dios creó nos muestran su belleza y su color, eso significa que en sus raíces hay tierra fértil y que está siendo alimentada por agua, y por todo aquello que necesita la planta para estar sana. Sabemos que está bien esa planta y que ha de tener buenas raíces, pero esas raíces no las vemos. Están ocultas.
Como esos lirios nos ocurre igual a nosotros todos los días. En cada cosa que hacemos o decimos demostramos todos los días en nuestro diario vivir cómo somos por dentro. Como la rosa del campo, damos colores bellos y alegres o damos espinas. Muchos vamos por la vida cargando raíces profundas de amargura, y quizás, no nos hemos dado cuenta.
Más específicamente podríamos decir que según las raíces que tenemos en nuestro interior así será lo que mostramos y lo que somos.
¿No le ha pasado a usted que ha intentado dar cariño a una persona, ha tratado de ser amable y generosa, pero esta persona le devuelve dolor y sufrimiento?
Es como si usted quisiera abrazar un cacto (planta espinosa). Al intentar abrazar a esta planta las espinas le hieren a usted. Por más que usted intente darle cariño por medio de un abrazo. No se puede.
Por supuesto, a veces no nos damos cuenta que esa persona quizás tiene raíces profundas de amargura y nos culpamos a nosotros mismos o creemos que nosotros estamos fallando en algo, pero no es así. Lo malo no está en nosotros sino en la persona que tiene raíces profundas de amargura.
¿Qué dice la psicología?
Los psicólogos coinciden en que una raíz de amargura es una actitud de sufrimiento, y quien la padece se encuentra en un estado anímico tal que ha perdido el sentido de la vida, no siente sabor por la vida.
La persona amargada no puede vivir plenamente, le estorba algo que está enraizado. En pocas palabras es una persona que está sufriendo y no está disfrutando su vida.
El problema es que esa amargura no le deja vivir normalmente y, además, ejerce dolor a las personas que están alrededor de ellas.
Quizás conozca a alguien que le ve a usted con un carro nuevo y le dice:
-¡Mi amigo tiene un carro más nuevo y mejor que el tuyo!
Allí usted lo que está recibiendo es un sentimiento oculto de esta persona que lleva una alta carga de amargura.
O quizás, ha escuchado cuando alguien compra una nueva casa, y el vecino dice entre dientes:
-¡Narcotraficante ha de ser para comprarse esa casa!
Otras raíces de amargura profundas.
Lo peor sería tener a una persona de cónyuge que tuviera este tipo de actitudes de sufrimiento, porque lo único que provoca a la pareja es dolor, angustia e infelicidad.
Un rasgo particular de las personas amargadas es utilizar la ironía. Es decir, ellas dicen algo ofensivo de forma “graciosa”.
Y un rasgo más es que se quejan por todo. Si subió la luz, se quejan. Si hay calor, se quejan. Si hay lluvia, se quejan. Si están gordos, se quejan. Si están flacos, se quejan. Si hay que trabajar, se quejan. Si no hay que trabajar, se quejan.
También se lamentan mucho: “Si no hubiera conocido a esa persona sería feliz”. O bien, “si hubiera sido ingeniero, sería feliz”. Bueno, al final el “hubiera” no existe, se es lo que es, y hay que afrontar la vida.
La amargura se expresa por medio de una crítica permanente:
-¡Estás haciendo las cosas mal!
Y de la amargura pueden desprenderse toda clase de pensamientos y sentimientos que generarán daño a nuestros semejantes.
Si usted está siendo afectado o afectada por una persona así lo mejor será buscar ayuda psicológica inmediatamente, y terapia psicológica para su cónyuge.
¿Qué dice la Santa Biblia de la amargura?
Definitivamente la amargura no le agrada al Señor.
Salmo 64, verso 3:
«afilan su lengua como espadas y lanzan como flechas palabras ponzoñosas».
Dios nos ha dado lengua para que nos comuniquemos, para que salgan palabras de vida, y no de muerte y para que le adoremos en espíritu y verdad. No permitamos que de nuestra boca salgan palabras amargas contra nuestros seres queridos ni para con nuestros semejantes.
Pablo, en la Epístola a los hebreos, capítulo 12, verso 15, nos advierte:
«Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura brote y cause dificultades y corrompa a muchos».
Aquí, se nos enseña que las raíces de amargura son peligrosas y si no las echamos fuera de nosotros podemos perder la gracia de Dios.
Una raíz de amargura nos puede llevar a generar violencia verbal contra nuestros seres amados, los podemos lastimar. Eso no le agrada a Dios y es pecado.
Si hemos detectado que nosotros mismos podríamos tener una raíz de amargura en nuestras vidas, es necesario hacer una revisión de nosotros mismos, de nuestras vidas.
Quizás haya habido alguien o algo en nuestro pasado que sembró una raíz de amargura que está oculta en nuestras vidas. Es necesario identificarla y extraerla para siempre
No se puede vivir hoy con heridas del pasado que nos atormentan de día y de noche, y que no permiten tener una buena relación con la esposa, o el esposo, con los hijos o con las hijas, con los padres o con las madres. Hay que sacar esa semilla de amargura y no transferirla en el espacio y el tiempo.
Quizás hubo una raíz de amargura plantada cuando éramos niños, quizás una herida con nuestro padre, o nuestra madre. Pero no podemos transferir esa amargura que sentimos hace muchos años, no podemos transferirla a nuestros hijos hoy (40 años después).Es importante poner un fin y no transferir la amargura del pasado a nuestro presente.
Imagine cuántas heridas del pasado se llevan a los matrimonios. Imagine cuántas heridas del pasado se llevan a la relación con los hijos.
Dice en el Evangelio de Lucas 6.45: «De lo que abunda en el corazón habla la boca». Pensemos qué estamos diciendo hoy a nuestros seres amados. ¿Qué estamos declarando para sus vidas o para nuestras propias vidas? ¿Quién lo plantó? …..Alguien lo hizo ayer; pero brota hoy.
¿Ha tenido dolor de muelas alguna vez? ¿Puede usted conducir su vehículo tranquilo con un dolor de muela que le llega hasta la coronilla de la cabeza? ¿Puede usted comer placenteramente algún platillo de su preferencia teniendo un dolor de muela que le llega a toda la cara y parte del cuello?
Seguramente no. Y no debe andar así por todos lados con el dolor de muela porque no podría funcionar normalmente. Lo más seguro es que pase atropellando a la gente, y que insulte a otros porque está padeciendo un dolor insoportable que nadie entiende.
Pues lo mismo sucede con los dolores del alma. Si usted sigue abrigando un dolor en el alma de hace 1 día, de hace 1 año, de hace 5 años, de hace 20 años, de hace 40 años, delo por seguro que no podrá funcionar bien como padre, como madre, como hijo, como esposo, como esposa. Usted va estar dañando a mucha gente por el dolor que usted siente.
Pero al igual que cuando a usted le quitan la muela y las raíces. Pasadas unas horas, ya se siente bien. En Paz. Siente que la vida ha regresado a sus venas. Vuelve a escuchar el murmullo del viento ya sentir la brisa en su rostro como algo agradable.
Así mismo ocurrirá cuando usted decida sacar esas raíces de amargura de su alma. Sentirá que ahora sí puede vivir, que ahora sí puede amar. Que ahora está listo para dar todo lo mejor de usted a los demás. Y podrá dar gracias al PADRE por un hermoso día que le da para vivir.
Atrévase a enfrentarse a su pasado. Si no puede hacerlo solo o sola. Busque la ayuda de un especialista en psicología lo más pronto posible.
Acérquese sobre todo a DIOS el PADRE y busque en ÉL el consuelo y la vida eterna que usted desea para usted y para su familia.
Escudriñe las escrituras porque de ella mana la vida.
Efesios 4:31-32: 31 Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: 32 Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo.
Efesios 4:31: 31 Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia
Hebreos 12:15: 15 Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados
Hebreos 12:14-15: 14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor: 15 Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados
Santiago 1:26: 26 Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino engañando su corazón, la religión del tal es vana.
1 Juan 1:9: 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.
Marcos 12:31: 31 Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Colosenses 3:8: 8 Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.
Marcos 7:20-22: 20 Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.
Mateo 15:18-19: 18 Mas lo que sale de la boca, del corazón sale, y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.
Hechos 8:23: 23 Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.
Mateo 5:5-9: 5 Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos. 7 Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán á Dios. 9 Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
1 Juan 4:8: 8 El que no ama, no conoce á Dios, porque Dios es amor.